jueves, 20 de diciembre de 2018

Educar, una obra de infinito amor.

Ser maestro es, además de una profesión hermosa, una vocación y un arte.

Educar no  es solo impartir asignaturas o desarrollar determinadas  corrientes  pedagógicas en la práctica cotidiana; es más bien el  desarrollo  de  múltiples  habilidades y aptitudes  que  ayuden  a  llevar a cabo un proceso integrador donde, junto a los alumnos, se definan como protagonistas esenciales.

Es el maestro quien entrega en clases los conocimientos apropiados a sus discípulos y está encargado de aplicar estrategias y metodologías con la visión de proporcionar las herramientas necesarias para el futuro desarrollo de niños y jóvenes.

De  cada  maestro  depende cuánto avanzan y aprenden en todos los aspectos de su desarrollo físico, intelectual y social, aun cuando la familia contribuya en ese empeño.

Un buen educador es aquel que enseña a descubrir nuevos horizontes,  fomenta la independencia, encuentra nuevas motivaciones, entiende  y comparte inquietudes, además de ayudar a buscar respuestas a innumerables dudas.

Él  tiene la responsabilidad de  crear  para  sus alumnos  un  ambiente  afectuoso, saludable  y  de  bienestar,  en  el  que    encuentren  los  estímulos  necesarios  para  el aprendizaje y -sobre todo- para que se sientan cómodo, seguros y animados.

A quienes, cada día, se entrega a esta hermosa tarea con pasión, no hay mejor fecha para rendirles homenaje, que el 22 de diciembre, jornada de agasajo a esas imprescindibles personas en nuestras vidas. Esa obra de infinito amor que se sintetiza en educar, merece reconocimiento cada minuto.

Solo así será posible compensar la dedicación de aquellos que ponen todo su empeño para que aprendamos no solo las letras y los números, la historia y la geografía; sino para formarnos también en esos valores elementales que son arma fundamental para contrarrestar el egoísmo, la desigualdad y la injusticia, y forjar así la solidaridad, la responsabilidad, la honestidad y la laboriosidad.

Sirva este comentario para homenajear a todos aquellos educadores que ayudaron a nuestras manos a desplazarse sobre el papel y nos enseñaron a leer y escribir.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Deuda infinita con quienes forjan el futuro de la Nación

Inició diciembre y como de costumbre, la jornada de agradecimiento a quienes con apasionada entrega forjan el futuro sobre la base del conocimiento, en beneficio del desarrollo social.

No existe desempeño de mayor importancia que ese que cumplen, día a día, maestros y profesores, pues sin formación, sin instrucción y, sobre todo, sin educación, no hay futuro posible. 

Sin la labor imprescindible de los docentes, de qué progreso pudiéramos hablar. Ellos imparten sabiduría para elevar los conocimientos de niños y jóvenes, además son el complemento -para junto a la familia- para moldear personalidades.

Todo cambio tiene en su base a los pedagogos, quienes en la ardua tarea de orientar y formar necesitan del apoyo, no solo de la familia, sino de la sociedad toda para revertir en beneficio social, el fruto de su labor.

Prioridad tienen hoy aspectos básicos como la continua superación del docente, la enseñanza de la historia, de la lengua materna, igualmente la formación vocacional y orientación profesional de los alumnos.

En cada objetivo, la mano certera de esos hombres y mujeres que agudizan la mirada para elevar la calidad de la educación, como propósito esencial de la Revolución cubana.
Sumemos a lo anteriormente expresado las hermosas páginas de humanismo que caracterizan el desempeño de varias generaciones de educadores, que también fuera de nuestras fronteras, contribuyen a la educación de los más necesitados en naciones hermanas.

Son innumerables las razones que nos inspiran a dedicarles, una vez más, el merecido homenaje a todos los que prodigan conocimiento, educación y cultura; cualidades excelsas, que aún no tienen el merecido reconocimiento social.

No es menos cierto que el agradecimiento por tan noble labor debe abarcar todo el año, pero elegimos a diciembre como pretexto para multiplican los agasajos y ratificarles a maestros y profesores que tenemos con ellos una deuda infinita.

lunes, 3 de diciembre de 2018

Cuba, ejemplo de solidaridad y de amor a la humanidad





 Con la satisfacción del deber cumplido, pero con la nostalgia de dejar desamparados a muchos, los médicos cubanos que prestaban ayuda solidaria en Brasil, regresan a la Patria.

Por sus méritos serán reconocidos y junto al resto del ejército de batas blancas de esta digna Isla, celebran este tres de diciembre, el Día de la Medicina Latinoamericana, instituido en homenaje al médico Carlos Juan Finlay, eminente científico.

Legítima es la celebración de la efemérides en nuestro país, porque Finlay fue el descubridor del mosquito, agente transmisor de la fiebre amarilla y con ello contribuyó a adoptar medidas preventivas para evitar que más personas enfermeran.

Los galenos cubanos llegan a este día no solo con el mérito de ser el país de América Latina y el Caribe con mejores indicadores de Salud, sino también con el orgullo de que en esta fecha miles de ellos prestan servicios en unos sesenta países de varios continentes.

Es decir, que han desbordado desde hace medio siglo las fronteras de la Mayor de las Antillas, y a pesar de la hostilidad y el criminal bloqueo económico, comercial y financiero, han llevado la salud a muchas naciones del mundo.

Cuba, que inició su colaboración internacional en Argelia con un contingente de 55 médicos hace más de medio siglo, ha recibido también el reconocimiento de la Oficina Panamericana y la Organización Mundial de la Salud.

Centenares de médicos de América Latina y el Caribe, e incluso de los Estados Unidos, se han formados en los últimos años en la ELAM, donde este año celebron también la fecha del 3 de diciembre con el grato recuerdo de haber sido formados en Cuba. 

Porque la historia de un país la escriben los hijos que la enaltecen y dignifican con sus acciones, hoy Cuba es un ejemplo de solidaridad y de amor a la humanidad, es por eso que conmueve a muchos conocer que ante cualquier epidemia,  que causa la muerte a miles de personas, la respuesta del pueblo cubano no se ha hecho, ni se hará esperar.