viernes, 15 de febrero de 2019

Salarios y precios, una gan disyuntiva

El tema de los precios continúa predominando de manera desfavorable, en la opinión de los pinareños.

Y aunque esto se ajusta a toda la red de comercialización, la inquietud popular se centra, en los elevados costos de los productos agrícolas, esos que precisamos llevar a la mesa, cada día.
A nadie le es ajeno la disparidad que existe entre el salario que percibimos y los precios fijados, lo mismo en los Mercados Agropecuarios Estatales, que en las placitas y mejor, ni hablar de los vendedores particulares. 
Estos últimos con mercancías de muy buena calidad, pero casi inasequibles; mientras las Unidades Estatales se muestran deficientemente abastecidas, por lo general.
Lo cierto es que, entre las pocas ofertas y la inmovilidad de los precios -sean el producto de primera, de segunda o tercera calidad-, llevamos siempre la de perder.

Hasta hoy, la Resolución del Ministerio de Finanzas y Precios, que regula los valores mayoristas y minoristas en la comercialización de productos agropecuarios, se incumple; al menos en nuestra provincia.

Quien lo necesite verificar, sólo debe dirigirse a cualquier  Mercado o placita. Con algo de suerte, en algunos de ellos encontrará Ñames rancios y tomates, no muy sanos -por lo general verdes-, con precios como si fueran de primera calidad.

Otro ejemplo que inquieta, está relacionado con el inmutable precio de los frijoles. Por qué razón estamos obligados a pagar 10 pesos o más, por una libra, tenga calidad o no. ¿Por qué se mantienen  a ese precio en contra, a veces, de las elementales reglas del mercado?

Ante estos  hechos,  que  tanto  malestar causan  en  la  población, los inspectores de la Dirección Integral de  Supervisión  (DIS) deben ser más consecuentes con las medidas a aplicar y exigir que se cumpla lo que está establecido referente al descuento del 20 por ciento del precio a los productos de segunda calidad y una rebaja del 40, a los de tercera.

Después de las medidas adoptadas en 2016, para el ordenamiento de la comercialización de productos agrícolas, así como la rebaja de precios de alimentos y otros bienes, pensamos que nuestra realidad iba a cambiar, pero nos equivocamos.

El  engaño  al  consumidor  prevalece y esto no puede, bajo ningún concepto, seguir siendo  un  asunto pendiente para las autoridades implicadas, porque además de atentar contra  la  economía  familiar, va en contra de esa intensión del Estado de implementar medidas en beneficio de la alimentación del pueblo.