jueves, 23 de junio de 2016

La vida nos da lo que hemos merecido”



Entre los desmanes de la vida, no existe otro peor que ser relegado, después de haber aportado tanto en beneficio de otros y a favor del desarrollo social.

La afirmación anterior tiene para muchos, en particular los adultos mayores, el más objetivo sentido, porque saben bien de cerca lo que significa; no por gusto asientan cuando alguien dice que una persona muere dos veces, la primera de ellas, cuando se jubila.
Y es que no existe peor destino para nuestra historia de vida, que el olvido.

Claro, también sabemos que existen excepciones, pero, como no constituyen mayoría no merecen elogios, porque lo ideal, en una sociedad como la nuestra, sería que esos positivos  ejemplos constituyeran la regla y no es así.

Por lo general cuando una persona arriba a la edad de jubilación y decide culminar su desempeño laboral para acogerse a sistema pensionario, no está haciendo otra cosa  que firmando un pacto honrado con la soledad.

De manera reiterada expresamos el término de longevidad satisfactoria, sin percibir que es una cualidad que va más allá de ver insertados en la Universidad del Adulto Mayor, a quienes nos antecedieron, más allá incluso que verlos activos desafiando las adversidades de los nuevos tiempos.

Una longevidad satisfactoria ayudamos a fomentarla cuando le mostramos a aquellos que ya no están activos, que no los olvidamos, porque además de seguir su ejemplo, los convocamos, los recordamos, nos preocupamos por ellos.
Sólo así se logra que, aquellos que tanto aportaron en beneficio de otros y a favor del desarrollo social, sientan satisfacción plena.  
Labremos con firme simiente el camino que un día, por ley de la vida, nos corresponderá transitar.

Preservar la memoria histórica implica también rescatar del olvido a quienes han vivido más; reconocerles sus méritos es una deuda que debemos saldar. Es esta la única manera de hacer valer la frase del escritor e hispanista británico Gerald Brenan, que enuncia: “La vejez nos arrebata lo que hemos heredado y nos da lo que hemos merecido”.



miércoles, 8 de junio de 2016

Agua bendita, te pedimos una escampadita

Días de mucha lluvia en Pinar del Río.  A pesar de los sobresaltos por el nivel de los ríos, estas precipitaciones nos dejaron más beneficios que pérdidas.  Sólo que, algunos, estamos anciosos por ver asomar un rayito de sol.




                                                       Fotos de la autora y de página web de Radio Guamá.

miércoles, 1 de junio de 2016

Primero de junio: Día Internacional de la Infancia



Alexa y Ántony, tienen poco más de un año de vida; nacieron con iguales privilegios en el Hospital de Maternidad Abel Santamaría Cuadrado.
No son hermanos, pero todos auguran que lo parecerán, porque los unirán lazos tan fuertes como la propia sangre.

Alexa vive dos casas más abajo que Ántony, en el Reparto Celso Maragoto, de la ciudad pinareña. Coinciden en el Consultorio Médico, cada mes, cuando corresponde la consulta de niño sano y la pediatra los examina, los talla, los pesa y verifica cuánto han avanzado.
A veces comparten entre risas y ese idioma característico que nadie logra descifrar, alguna  que otra lágrima, cuando de vacunas se trata.

Alexa y Ántony, irán de la mano al círculo infantil y después de los cinco años, asistirán a la misma escuela, aprenderán las lecciones que impartirá la maestra; y juntos disfrutarán de todos los privilegios que gozan,  los que como ellos, nacen en Cuba, país reconocido por la 
UNICEF como el paraíso de la infancia.

Eso es verdaderamente esta tierra, un jardín donde niñas y niños como Alexa, Ántony, María Carla, Ashly, Emill, Mahiliana, Daniel, Déborah, Nasiry, y muchos más de ellos, (en número de miles), juegan, ríen, cantan, sueñan,… se divierten sin límites.

Su principal motivación el juego, su esencial expectativa el estudio, responsabilidad que mantiene atareados a los que ya asisten a la educación primaria.

No hay adversidad que quebrante el sueño de nuestros niños, porque mientras duermen seguros, nosotros, los adultos, seguimos iluminando el sendero que transitarán, con paso firme,  procurando conquistar el futuro.

Alexa y Ántony, del mismo modo que el resto de las niñas y niños nacidos aquí, en la mayor de las Antillas, disfrutan con total garantía de los derechos de la infancia, al menos, de los más elementales, para crecer y formarse como hombres y mujeres de bien.

Este primero de junio, mientras en otros lugares del mundo, la inseguridad atenta contra una infancia feliz, ellos serán protagonistas exclusivos de tan significativa celebración.