miércoles, 7 de diciembre de 2016

“Hombre, aprendimos a saberte eterno”

El 25 de noviembre del actual  2016, pasará a la historia como una fecha de profundo dolor para el pueblo de Cuba,  de América toda y el mundo.  Lo afirmamos, porque en cada confín, niños, ancianos, hombres y mujeres dignos, mostraron su respeto por la pérdida de un extraordinario líder; nuestro eterno Comandante en Jefe.

Fidel, es patrimonio de los pueblos por sus conquistas sociales, por los beneficios repartidos, por la  defensa de las naciones oprimidas y por su audaz verbo a favor de los humildes. Por esas y muchas otras razones, las manifestaciones  para reafirmar su legado, trascienden fronteras.

Fue un hombre cabal a sus principios y por ellos desafió poderosas fuerzas hasta el último aliento.  Con entereza y un impenetrable chaleco  moral, burló todo intento imperial por destruirlo, al punto de ridiculizar  a quienes desearon  y planearon –en incontables ocasiones- su muerte.

Nuestro Fidel, ese gigante de América dijo adiós cuando quiso y tuvo la fortuna de que coincidiera con la partida de las costas de México, hace 60 años, a bordo del Yate Granma  decidido a hacer, junto a sus compañeros, esta imperecedera Revolución.  Hasta en ese elemental detalle mostró singularidad nuestro invicto Comandante.

Como en el 59, su pueblo lo siguió en el recorrido, solo que esta vez la caravana  transitó en sentido contrario a la ruta del triunfo.  La multitud aún lo aclama y repite: “yo soy Fidel”, los niños lo dibujan con trazos que no llegan a ser del todo perfecto, pero es la ingenua manera de darle vida; los jóvenes pintan su imagen en sus caras; otros secan las lágrimas, porque aunque duele el corazón, hoy no es momento para llorar, hoy es tiempo de honrarlo haciendo también historia.

El eterno visionario dejó dispuesta la senda a seguir en una magistral definición del concepto de Revolución. Somos herederos de su afán humanista y solidario, de sus sueños de justicia.
Por eso y más, hoy, mientras algún que otro indigno celebra - lo que no puede ser más que un vitalicio fracaso, en medio de disimulada podredumbre- un mundo entero lo acompaña.

Y parafraseando al cantor le decimos al eterno comandante que:  “Hoy el corazón nos late afuera, y  tu pueblo aunque le duela, no te quiere despedir.

Hombre, los agradecidos te acompañan, como anhelaremos tus hazañas, ni la muerte cree que se apoderó de ti.

Porque, “Hombre, aprendimos a saberte eterno”

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