“Pueblo que se
somete, perece”, aseguró el más universal de los cubanos y nada más real que
este pensamiento en tiempos difíciles como los que hoy nos toca vivir.
Resulta decisivo este sabio razonamiento, cuando
Washington persiste en su intento de imponer su dominio en el continente y
hacernos claudicar.
Por ello, en favor de salvaguardar la paz y sobre todo la
libertad, se hace necesario que cada persona de buena voluntad, cada cubano
digno, enaltezca su ejemplo.
El verbo ardiente de Martí nos vuelve a recordar la
necesidad de que los pueblos de Latinoamérica mantengan la vigilia ante los
intereses colonialistas de los Estados Unidos.
En honor al Apóstol, continuarán los jóvenes
inmortalizando su legado y los pioneros dando vida a los personajes de sus
cuentos, como lo hacen, cada año en el acostumbrado desfile martiano.
Todos bajo la guía de sus enseñanzas y ejemplo, sabiendo
que no hay honra mayor que la de vivir en una Patria libre y soberana.
Convencidos de que no existe mejor aliado en ese afán de
forjar valores, que sus textos; esos como La Edad de Oro, que escribió, con
profundo sentimiento, para todos los niños de América.
A ese amigo sincero lo continuaremos honrando por todo lo
humanamente bueno que nos legó en pocos años de vida, pero de fructífera
existencia.
Martí, para satisfacción de todos es Cuba, por ello, su
pueblo seguirá homenajeándolo cada día siguiendo la ruta que trazó, para el
bien de nuestra Patria.
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