¡Verdad que lo
último en este mundo es llegar a viejo!...La expresión despectiva –que
muchos utilizan para referir algún suceso en el que están involucradas personas
de edad avanzada, constituye hoy una de las formas más comunes de maltrato a
nuestros adultos mayores.
En ocasiones la empleamos sin darle la verdadera
connotación o simplemente como una broma sin importancia; sin embargo es
oportuno pensar que palabras similares -lo mismo que gestos de menosprecio y
desatención- lastiman a estas personas sean o no familias.
Y aunque los ejemplos trascienden el hogar y abarcan el,
plano social y laboral, en nuestro comentario haremos énfasis en el perjuicio
que provoca ese despectivo comportamiento en el seno de la familia.
Vivimos una época donde se exalta el valor de la
juventud, que ciertamente lo merece, pero de ningún modo ese enaltecimiento
puede ir en detrimento de la vejez.
Es importante que los más jóvenes asimilen que saber envejecer
es la mayor de las sabidurías y uno de los más difíciles capítulos del gran
arte de vivir.
Que se detengan a pensar que son el resultado de esa
experiencia acumulada; que existen porque –ellos, sus padres y abuelos- fueron perseverantes
con su crianza.
Ellos de manera incondicional los protegieron, los
alimentaron, los mantuvieron aseado, los sostuvieron en sus brazos, a pesar del
cansancio y ahora nada reclaman.
Entonces es tiempo de corresponderles y ser consecuentes.
Es tiempo de pensar que la vejez es una importante etapa de la vida a pesar del
cansancio por el peso de los años; pero es, en fin, una buena etapa y hay que
vivirla dignamente.
Es hora de desterrar prejuicios y distinguir, de una vez
y por todas, que envejecimiento no es enfermedad y que las arrugas y las canas
no son ninguna contrariedad, sino una cuestión meramente estética.
El paso del tiempo es irremediable y la vejez es para
todos o al menos para aquellos que tengan la dicha de alcanzarla. Por ese
camino andamos…