jueves, 6 de octubre de 2016

Música para el alma, pero en su justa medida

Es cierto que la música es un alimento para el alma. A la inmensa mayoría nos provoca placer; los románticos la aprovechan para enamorar y no hay nada mejor para un día de fiesta.
Pero, también es cierto que solo con un volumen, en su justa medida, es saludable para el ser humano; de lo contrario resulta nociva.

Cuando escuchamos música muy alta no podemos percibir, siquiera, los propios pensamientos.
Hoy a muchos padres les preocupa que sus hijos, no solo la escuchen a elevados decibeles en casa, sino que anden todo el día con audífonos, oyendo reggaetón y todo tipo de melodía, a tan alto volumen.

Claro, este serio problema (porque así hay que verlo), no es exclusivo de los adolescentes; otros no tan jóvenes igualmente lo hacen.
Y es que no todos somos conscientes de que nuestros oídos merecen atención y cuidado. La salud auditiva nos pasa desapercibida, sometiendo a nuestros oídos a un intenso maltrato.
En nuestra sociedad, con el auge de las modernas tecnologías, por mucho que se diga, por más spot publicitarios que se divulguen y más recomendaciones especializadas que se hagan, el fenómeno va en ascenso.

Según estudios realizados por científicos de la Universidad de Buenos Aires, en Argentina;  la música o los ruidos elevados durante la fase de crecimiento pueden acabar afectando la memoria y los mecanismos del aprendizaje.

Ya era conocido que los sonidos fuertes pueden causar alteraciones auditivas, cardiovasculares y endocrinológicas, además de estrés e irritabilidad, pero los investigadores argentinos afirman, que es la primera vez que se detectan (según pruebas con ratones),  cambios morfológicos en el cerebro.

Así que, vivir rodeado de ruidos y sonidos estridentes es algo que puede, a largo plazo, llegar a perjudicar tu salud o la de tus seres queridos. Solo que no existen medidas que sancionen a los que se causan daños a sí mismos, por inconscientes.

Ahora bien, cuando de manera irresponsable el sonido transgrede la tranquilidad ciudadana constituye entonces contaminación sonora, que atenta contra el bienestar de los vecinos y también contra el Medio Ambiente.

La ley que en Cuba sanciona esas transgresiones existe, lo que se necesita es que se aplique como es debido, cuando la situación lo requiera.
La música, debe seguir constituyendo alimento para el alma y no instrumento letal.

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