lunes, 7 de noviembre de 2011


El recuerdo imperecedero de Paula, la profe   de   historia.


El tiempo transcurre vertiginosamente y aunque muchas cosas han cambiado, en el entorno circundante y en nosotros mismos, hay imágenes que siguen ahí, marcando paso a paso nuestras vidas.

Pasajes de antaño se nos revelan, y así sin pretenderlo, vienen a la mente personas imprescindibles y tan familiares, que a pesar de los años nos resulta imposible borrar de la memoria.

Hace pocos días, reencontré a mi profesora de Historia Paula Linares, a quien no veía desde mis años de adolescente, cuando cursaba el Preuniversitario en el IPUEC Isidro de Armas Rodríguez, hace más de 25 años.

Estuvimos rememorando pasajes de una época educativa inolvidable, no con tantos avances tecnológicos, pero marcada por movimientos estudiantiles como el de los 30 aspectos, que movilizaba, atraía e involucraba a todos en una arrolladora corriente emulativa.

Fue una época de auge para las Escuelas en el Campo, un período en el que el empeño de los estudiantes contribuyó al esplendor de la producción citrícola en Troncoso y en el municipio de Sandino.

La relación profesor-alumno, fue estrecha, basada en el respeto, la obediencia incondicional,  y los momentos de dicha incontables.

Por eso, mientras avanzaba nuestro animado diálogo venían a nuestra memoria nombres de excelentes compañeros de aula y de excepcionales profesores como Ricardo Lazo Lorente, Nery Espinosa, Elio Govea, Deysi Infante, Doris Borges, Mérida Catalá, en fin una relación interminable de educadores que a cada clase le impregnaban esa emoción extra que te hace aprender irremediablemente.

Mi profesora Paula se mantiene activa, entusiasta, ahora imparte clases en la prisión provincial y me confesó que a pesar de los años vividos, de la vasta experiencia e incluso de los trascendentales y serios cambios en el sistema educacional, no puede, es más,  no quiere renunciar al aula, porque esa es, en esencia el sentido mismo de su vida.

Permanecer en su clase es seguro deleite para sus alumnos porque conozco de su perseverancia cuando de enseñar historia se trata.

Yo siento la satisfacción de haber sido su alumna y de mostrarle ahora cuánto me fue útil su ejemplo; cuánto, a pesar del tiempo, ha sido significativa su obra, esa imprescindible obra que aún hoy cala lo más profundo de mi personalidad.

1 comentario:

  1. Me alegra la satisfacción que te poovocó el reencuentro con tu profe Paula, una excelente compañera y amiga, con quien tuve la dicha de compartir varios años de trabajo y hoy disfruto de su incondicional amistad.

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