No descansar mientras exista un solo niño desvinculado del estudio es una decisión que asume, cada curso escolar, la dirección de educación en Pinar del Río con la colaboración de otros organismos y organizaciones de masas.
Aunque en los últimos años la deserción escolar no es un indicador que muestre cifras alarmantes en la provincia, se continúan perfeccionando estrategias.
Estudios recientes revelan que los preuniversitarios y los politécnicos, como centros de la educación media superior, a la que asisten jóvenes de 17 y 18 años, son los que mayor índice de abandono reportan.
De las bajas existentes en los últimos años, el mayor por ciento son niñas del sector rural, fundamentalmente hijas de obreros, campesinos o amas de casa. La causa del abandono: relaciones maritales en edades tempranas.
La realidad demuestra que aunque la dirección de educación asuma con responsabilidad y firmeza su papel en aras de mejores resultados, en un indicador que incide directamente en la calidad del proceso educativo, la familia debe y está obligada a desempeñar un rol mucho más determinante para que sus hijos asistan diariamente a la escuela.
Si “en prever está el arte de salvar”, como bien expresó Martí, aún no es demasiado tarde para hacer entender a los más jóvenes cuál es hoy su responsabilidad para beneficio futuro.
Oportuno sería que a ese favorable propósito de la Dirección de Educación en la provincia, de mantener en las aulas al ciento por ciento de los alumnos en edad escolar, se sumara con interés, la familia, para bien de esos jóvenes y de la sociedad.
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