lunes, 17 de junio de 2013

Víctor Mesa, el mánager más controvertido de la pelota cubana.


 
El ser humano es por momentos irracional; unos lo somos más que otros, pero al final adoptamos similar actitud cuando de ganar una apuesta se trata, o de intentar imponer un criterio.

Esa realidad se torna muy enfática en cualquier sitio donde se esté debatiendo de pelota, a propósito de la 52 Serie Nacional, en la que los equipos de Matanzas y Villa Clara, discuten el título de campeón.

Me llama poderosamente la atención los criterios tan absolutistas que existe en la población –en este caso, la pinareña- referente a quién debe ganar el campeonato.

Increíblemente, aunque los Cocodrilos sean los que representan al occidente del país, muchos prefieren cederle la corona a los naranjas, pertenecientes a la zona oriental, solo porque no están de acuerdo con la forma de expresar su pasión por lo que defiende, el mentor Víctor Mesa.

No es menos cierto que en ocasiones se ha mostrado en extremo impulsivo, pero cada cual exige lo que cree justo de manera peculiar. Él, identificado como la explosión naranja, un verdadero Show-man de la pelota cubana, no podrá hacerlo jamás de otra manera.

Créanme que a quien le corre sangre por las venas le es bien difícil quedarse callado ante esas jugadas de apreciación en las que el arbitraje es totalmente inaceptable. Ojalá un día los que aplican la ley en el terreno tengan la oportunidad de revocar decisiones, a veces tan injustas.

De todas formas esta gran estrella de la pelota cubana, preferirá seguir siendo auténtico, que ceder ante la crítica de los fanáticos que intentan desacreditar tanto prestigio ganado como pelotero oportuno, vivaz y arrestado.  Pocos como él se han robado el HOME en tantas oportunidades.

En esa época, cuando en eventos internacionales hacía vibrar  al pueblo de Cuba de orgullo por su estelar actuación, no era diferente.

Víctor parece que prefiere ser cuestionado que elogiado, a fin de cuentas lo que le urge no es agradar, ni complacer; sino llevar a la cima a un equipo que nunca ha saboreado el triunfo en una Serie Nacional, ese es su más sagrado compromiso.

Además, qué ganaría con renunciar a su explosividad, si  los más pasivos, como Lázaro Vargas  y Ramón Moré -por solo citar algunos- han sido también objetos de severas críticas. 

Nada, que no hay forma de quedar bien.

¡Ah! Para esos críticos acérrimos aclarar que no soy muy conocedora de un tema tan polémico y ampliamente conocido por los aficionados, pero hay hechos tan evidentes que obligan, hasta al más inconmovible de los mortales, a expresar lo que piensa.

Y yo como todo humano que intenta ganar una apuesta o imponer su criterio, no me aflige que me tilden de actuar en este momento como un ser totalmente extravagante, pues al final muchos saben que no me falta razón.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario